Sólo bastó un pretexto: un día roban de la azotea la ropa tendida de los vecinos del edificio y una señora me gritó, me insultó haciendo alusión a que podrían ser mis cuñados o mi familia que me venían a visitar. Me enfurecí por creer que mi familia podía robar una ropa. Le grité a la señora, saqué toda la frustración y mi conciencia de clase. No pude más. Nos despidieron y regresamos a Villa El Salvador.
En 1983 volvía a mi comunidad. Regresé a la casa de mi madre, no tenía otra alternativa. Lo hice con la convicción de ayudar a mi esposo a conseguir una casa. Logré un trabajo en un colegio particular y una licencia por maternidad en el colegio 6070. Luego vino un segundo hijo no planificado: David. Mi esposo me dio fuerza para tener a nuestro hijo, mi madre y mi hermana menor me ayudaban a cuidarlos. En las noches enseñaba alfabetización. Fundamos el club de madres "Micaela Bastidas", con el objetivo de defender a las madres de la manipulación de las instituciones como Ofasa y otros. Fue una buena experiencia. Trabajaba en la mañana, en la tarde y en la noche.
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